martes, 7 de agosto de 2012

LITERATURA INFANTIL





Historia
 de la

 literatura infantil




El contacto del niño con la literatura puede ser atribuida a los Trovadores que visitaban las plazas y con sus cantares noticiaban al pueblo de los logros de las cruzadas y sus héroes, realidad que se manifestó hasta parte del Renacimiento. Uno de los escritos que circulaba en la época fue Las Fábulas de Esopo que deleitaban a grandes y chicos. Vale destacar, que en este período el pueblo en su mayoría no tenía acceso a una educación, por tanto, se mantenían en el alfabetismo, lo que conlleva, que los niños se encontraban en igualdad de condiciones, y su única fuente de acceso a la literatura, fue a través del lenguaje oral. Durante el siglo XVII, el escenario literario comienza a cambiar, se inicia la literatura que versa sobre la fantasía, dado que, se plasman con la escritura todo el folclor de los pueblos europeos (mitos, leyendas y cuentos) que hasta ese momento, solo era transmitida en forma oral de generación en generación. Figuran autores como Charles Perrault y el fabulista Féliz María de Samaniego. Es entonces, a este período, al cual podemos atribuirle al surgimiento de la literatura infantil, destacándose obras como Los viajes de Gulliver (Jonathan Swift), Robinson Crusoe (Daniel Defoe), cuyo factor común son los relatos de aventuras y el adentrarse en mundos imaginarios, inexplorados y diferentes. Con la llegada del siglo XIX y el movimiento romántico, arriba el llamado Siglo de oro de la literatura (período artístico que comprende siglo XVI y XVII, Renacimiento y Barroco respectivamente). Muchos son los autores que figuran en este periodo, representan en sus obras los ideales de la época: antropocentrismo, amor idealizado, naturaleza, mitología clásica y optimismo del Renacimiento; y pesimismo, escasa valoración de lo humano, exageración, la mezcla de lo bello con lo repugnante y vulgar del Barroco. Destacan en esta época autores como: Hans Christian Andersen, hermanos Grimm, Oscar Wilde, Lewis Carroll, Robert Stevenson, Rudyard Kipling, Carlo Collodi, Mark Twain, Julio Verne, entre otros. Desde entonces, comienza a potenciarse el desarrollo de la literatura infantil en todas partes del mundo, una literatura especializada en temas de interés para los niños, que transmite valores culturales y tradiciones de los pueblos y naciones. 2.- Rol de la literatura en el desarrollo de la lectura en la escuela. El niño cuando comienza a relacionarse con el código escrito, lo hace a través de la literatura, las narraciones, los poemas, las canciones, por mencionar algunos, son los primeros textos que disfruta en su primera infancia, por tanto, son los que inherentemente, generan la motivación para aprender a leer.

Ejemplos de literatura infantil

La zorra y las uvas

La vieja y taimada zorra estaba decepcionada. Durante todo el día había merodeado tristemente por los densos bosques y subido y bajado a las colinas, pero. .. ¿De qué le había servido? No hallaba un solo bocado; ni siquiera un ratón de campo. Cuando lo pensaba -y se estaba sintiendo tan vacía por dentro que casi no podía pensar en otra cosa-, llegó a la conclusión de que nunca había tenido más hambre en su vida. Además, sentía sed..., una sed terrible. Su garganta estaba reseca.
En ese estado de ánimo. Dio la vuelta a un muro de piedra y se encontró con algo que le pareció casi un milagro. Allí. Frente a ella, había un viñedo lleno de racimos de frescas y deliciosas uvas, que sólo esperaban que las comiesen. Eran grandes y jugosas e impregnaban el aire con su fragancia.
La zorra no perdió el tiempo. Corrió, dio un salto y trató de asir la rama más baja, con sus hambrientas mandíbulas... ¡pero no llegó a alcanzarla! Volvió a saltar, esta vez a una altura algo mayor, y tampoco pudo atrapar con los dientes una sola uva. Cuando fracasó por tercera vez, se sentó por un momento y, con la reseca lengua colgándole, miró las docenas y docenas de ramas que pendían fuera de su alcance.
El espectáculo era insoportable para una zorra famélica, y saltó y volvió a saltar, hasta que sintió mareos. Necesitó mucho tiempo, pero, por fin, comprendió que las uvas estaban tan fuera de su alcance... como las estrellas del cielo. Y no le quedó más recurso que batirse en retirada.
-¡Bah! -murmuró para sí- ¿Quién necesita esas viejas uvas agusanadas? Están verdes..., sí, eso es lo que pasa. ¡Verdes! Por nada del mundo las comería.
-¡Ja, ja! -dijo el cuervo, que había estado observando la escena desde una rama próxima- ¡Si te dieran un racimo, veríamos si en verdad las uvas te parecían verdes!


Explicación

Esopo se burla y reprende a esa gente que cuando no consigue una cosa se consuela  diciéndose que no le interesa. Así una zorra que tenía hambre vio un racimo de uvas e intentó atraparlo para comérselo, pero como estaba demasiado alto y no podía, se alejó diciendo: "No importa, están verdes". La moraleja de esta fábula viene a decir que a menudo se desdeñan las cosas cuando están fuera de nuestro alcance. 

Caperucita  roja

Había una vez una niña llamada Caperucita Roja, ya que su abuelita le regaló una caperuza roja. Un día, la mamá de Caperucita la mandó a casa de su abuelita, estaba enferma, para que le llevara en una cesta pan, chocolate, azúcar y dulces. Su mamá le dijo: "no te apartes del camino de siempre, ya que en el bosque hay lobos".

Caperucita iba cantando por el camino que su mamá le había dicho y , de repente, se encontró con el lobo y le dijo: "Caperucita, Caperucita, ¿dónde vas?". "A casa de mi abuelita a llevarle pan, chocolate, azúcar y dulces". "¡Vamos a hacer una carrera! Te dejaré a ti el camino más corto y yo el más largo para darte ventaja." Caperucita aceptó pero ella no sabía que el lobo la había engañado. El lobo llegó antes y se comió a la abuelita.

Cuando ésta llegó, llamó a la puerta: "¿Quién es?", dijo el lobo vestido de abuelita. "Soy yo", dijo Caperucita. "Pasa, pasa nietecita". "Abuelita, qué ojos más grandes tienes", dijo la niña extrañada. "Son para verte mejor". "Abuelita, abuelita, qué orejas tan grandes tienes". "Son para oírte mejor". "Y qué nariz tan grande tienes". "Es para olerte mejor". "Y qué boca tan grande tienes". "¡Es para comerte mejor!".








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